Iba
a sentarme escribir y, antes de hacerlo, he buscado en el disco duro
el testimonio de la primera vez que vi a Extraperlo
sobre un escenario, en el ya lejano verano de 2007. De otros grupos
que compartieron cartel con ellos -dentro del festival Niu en la sala
BeCool- recuerdo claramente la impresión que me dejaron esa noche,
como Tu Madre, que me parecieron algo tan insólito que se
convirtieron en una pequeña obsesión instantánea; o Irene
Tremblay, en uno de los últimos conciertos que le vimos como Aroah y
con banda en Barcelona, que estuvo muy tensa y por ello no muy
inspirada. Tres fotografías terribles, borrosas, certifican que vi a
Extraperlo, pero tengo una profunda laguna sobre su hazaña musical.
Entiendan
que no es algo descortés; hablo de una banda que en el espacio entre
ese concierto y la grabación de su primer disco supo tomarse su
tiempo para pensar, descubrir, escuchar y aplicar a su música lo
clasificado como material precioso en los cuadernos de campo de esas
excursiones. Anhelaban dar con una combinación que les hiciera
inconfundibles y vencieron en su objetivo con firmeza. Nunca volví a
olvidarme de Extraperlo cuando escuché el primer adelanto de
Desayuno
Continental
(2009), y lo mismo le pasaría a la mayoría de gente que
prácticamente llenó la sala Music
Hall el
pasado jueves, esos que han esperado con paciencia el retorno
discográfico del grupo barcelonés estos tres años.
En
Music Hall les precedió otra banda que está tardando en publicar
álbum, y no lo digo desde la impertinencia del gruñón sino desde
el afecto del que les quiere bien y necesita más. Villarroel
tienen en común con Extraperlo su gusto por lo más elegante,
romántico y nocturno de la música de los ochenta, pero con una
pátina de espontaneidad muy personal. Uno puede notar enseguida
cuando escucha tocar a Elsa
de Alfonso
(voz, guitarra) que es alguien con una sensibilidad muy particular.
Aunque otras veces han llegado a quinteto y el día anterior en la
Fundación Caja Madrid fueron un dúo homenajeando a Daniel Johnston,
se presentaron en formato trío (Helga
Juárez
a la batería y Max
Campoamor
al bajo además de Elsa). Sonaron estupendamente desde el inicio, con
una embelesadora y extendida interpretación de 'La Francesa', y
además de tocar los tres temas que grabaron para el disco compartido
Espectros
(2012) estrenaron varias canciones que probaron la variedad de un
repertorio con el que nos ceban y nos dejan con un sentimiento de
codicia hasta que se dejen caer por otro escenario.
Bajó
el telón para realizar el cambio de instrumentos y en a penas quince
minutos la expectación y la temperatura de la sala subieron
considerablemente. Extraperlo (el cuarteto original con el añadido
de Pau
Riutort
a la percusión electrónica) aparecieron envueltos en la luz intensa
de dos barras de neón y comenzaron con 'Resplandor' y 'Modelos
Blandos', tal como empieza Delirio
Específico
(2012). Las nuevas composiciones se descubren como buenas amigas de
las anteriores y reconocemos detalles familiares, pero hay una
solidez llena de espacio en la manera que han yuxtapuesto los
arreglos esta vez que les da un gancho extra. Sigue habiendo punteos
de reminiscencia tropical, pero sopla un viento gélido e impoluto
desde los ritmos y un nosequé
inexplicable que les ha hecho más sofisticados (la agradable
ligereza de la misma 'Modelos Blandos', sin ir más lejos). Borja
Rosal
(voz, guitarra), Alba
Blasi
(teclado, voz), Cacho
Salvador
y Aleix
Clavera
(que alternaron bajo y guitarra, además de voces) mostraron idéntico
carisma para contagiar entusiasmo en los momentos de mayor jolgorio
de su cancionero (quizás más desatado en canciones antiguas como
'Negroni' o 'Las Palmeras del Amor', pero importante en novedades con
estribillo marcado y pegadizo como 'Fina Vanidad') que para defender
esos temas que le piden más al oído que a los pies ('Las Corrientes
del Golfo', las dos enigmáticas piezas que cantó Salvador -'Esperando Nuevas Órdenes' y 'Viaje a Brasil'- o 'Ardiente Figura', un tema -ese
funky que le da una palmada en la espalda a David Byrne- que destaca
notablemente).
Una
interpretación en general impecable (se puede afirmar sin titubear
que es uno de los directos mejor ejecutados de nuestro panorama pop)
que tuvo un colofón perfecto en un bis en el que satisficieron a
quienes esperaban con ansia volver a bailar con 'Bañadores' sin
descuidar a los que adoramos su vena más lírica, interpretando
'Noche en la Montaña', una canción de las que te hace borrar la
sonrisa para concentrarte en la voz y las palabras de Borja Rosal y
dejarte arrastrar por un sentimiento conmovedor impagable. Que nunca
dejen de tocarla.
Estanis
Solsona
Perdón por el lapsus, Cacho Salvador no cantó "Entre las Plantas", cantó "Esperando Nuevas Órdenes". Hasta que no lo he releído ahora no me he dado cuenta, a ver si El Nerdo lo puede modificar en breve.
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