¿Qué debe sentir Omar Rodríguez López al oír tocar a Omar Rodríguez López?
Me pregunté esto justamente ayer al finalizar el concierto que hizo con su banda en el Music Hall de Barcelona. Y sigo preguntándomelo ahora mismo. Porque si yo fuera él, estaría sumida en un universo en el que la frontera entre realidad y la magia sería difícil de discernir. Sé que si me pellizcara para averiguarlo, me dolería. Y es que Omar no tiene truco. Es real, un extraterrestre genuino.
Omar Rodríguez López Band se sacó de la manga este concierto en Barcelona pues venía de tocar en Finlandia con The Mars Volta y precisamente hoy tocan en el FIB como cabeza de cartel para estrenar la reciente reagrupación de At The Drive In. No voy a hablar de su carrera con estos dos grupos, ni de las colaboraciones e invitaciones con John Frusciante, Erykah Badu, Calle 13, Red Hot Chili Peppers… Voy a hablar de ayer.
La tarde comenzó con Alfons X, creo recordar. Un grupo belga que comenzó a despertarme de una tarde empalagosa. Es que aún era miércoles. Después le tocó el turno a Eureka The Butcher, el proyecto en solitario del hermano de Omar, Marcel Rodríguez López, con tintes electro-dubstep que se llevó de su Oriente particular a una bailarina de bellydance que hipnotizó con su mirada. O eso me dijeron mis amigos. Yo es que esperaba al hermano, disculpad. Qué hacía Marcel en un lugar como ese, no lo sé, pero lo hubiera programado y trasladado a otra sala un sábado por la noche. Pero respecto máximo.
A las 22.30h en punto llegó la banda de la noche. Me arremoliné marcando territorio en la segunda fila y conseguí verlo a dos metros. Yo es que más atrás no veo nada: o me pongo zapatos de plataforma o me pongo de mala leche.
Me bastaron 2 minutos para darme cuenta de dónde estaba y juro que si hubiera podido habría ralentizado la velocidad de los dedos de Omar para verlos mejor. Porque la vista se me iba. Imposible seguirlo. Además tocaba con los ojos cerrado. De crack sobrado, vamos. Se nota que me gusta y no digo nada objetivo… aunque mira, creo que le gustan ‘demasiado’ las repeticiones y mira que soy fan de ellas, y los loops larguísimo con la guitarra. Pero él esa así. Y se lo perdono.
El resto de la banda: el batería, un portento de hombre que tocaba con las baquetas al revés; y el bajista que aplaudió a Omar como si él mismo no creyera lo que veía. Seguidamente apareció la cantante del grupo punk Le Butcherettes, Teri Gender Bender, una Janis Joplin en trance a lo moderno que aminoró mi ritmo y subidón de las canciones anteriores, pero me divirtió verla. Por último hicieron el bis de nuevo en solitario que necesitábamos para adorarlo un poco más y se marchó. Rumbo al sur. Les espero la próxima vez o estoy planteándome seguirlos yo. No soy groupie, lo juro. Voy a meditar esto último seriamente.
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