No es la primera vez que Julien
Temple visita el festival, pero ahora lo hace con todos los honores. Una
retrospectiva muestra ocho de sus películas más recientes además de The Filth and The Fury,
enmarcada en el Top 10 de la lista de los mejores documentales
musicales de la historia. Con una obra vastísima y un sello
inconfundible, Temple es uno de los grandes maestros en activo, que
sigue produciendo con una mirada cada vez más amplia y ambiciosa sobre
el mundo que nos rodea. Ejemplos de ello son las recientes Glastopia, Requiem for Detroit? y London, The Modern Babylon, auténticas lecciones del valor de la música como elemento intrínseco de la vida de las personas. No te pierdas la master class que Temple impartirá hoy en el Auditori de la Blanquerna (19 h).
Texto: Borja Duñó
Foto: Bea Sancho
Este año estás aquí porque recibes un homenaje del festival. ¿Cómo te sientes?
Es muy bonito que alguien se preocupe por
mostrar tus películas. Pero yo quiero seguir haciendo películas hasta
que no pueda más, así que no me gusta la idea de “final” de cuando se
empiezan a hacer retrospectivas de tus películas. De hecho no las veo
después de terminarlas, así que me siento feliz de poder hacerlo.
¿Cuál ha sido el criterio para la selección?
Se trata más bien de material reciente y
relacionado con la música, porque también he hecho películas sobre otras
cosas. El festival hizo una selección y yo hice alguna sugerencia como London, The Modern Babylon.
Sí, tanto London. The Modern Babylon como Requiem for Detroit no son películas estrictamente musicales sino que hablan de ciudades, ¿cómo crees que se relacionan con la música, el leitmotiv del festival?
Ambas son ciudades muy poderosas
musicalmente. Una de las razones por las que quería hacer una película
sobre Detroit es porque una y otra vez la ciudad produce muchísima
música y muy variada como la Motown durante los sesenta, o MC5 o Iggy
Pop a principio de los setenta, o Eminem o Jack White ahora y se remonta
a la época del bebop y los comienzos del jazz. Creo que puedes usar la
música como una manera muy vívida de entrar en otros tiempos, es casi
como la marca de una marea. La música es más abstracta, las imágenes
quizás son más precisas y cuando mezclas la música y las imágenes con
las palabras quizás creas algo más abierto, y yo no quiero dar
respuestas sino formular preguntas. Es probablemente más complicado
hacer una película sobre una ciudad que sobre un grup de gente, pero
trato de ver la ciudad como un organismo viviente y darle un arco
narrativo, como un drama de la ciudad, no es como una lección de
historia con una voz diciéndote lo que debes pensar.
En las dos películas es obvio que
relacionas la música con la vida de las personas. ¿Crees que hoy en día
tendemos a separar la música de otras áreas de la vida?
Sí, el acto de adorar un grupo en un
estadio cuando ellos son dioses y tu no eres nadie es una actitud hacia
la música que no me gusta. Prefiero la música en sitios como Brasil,
donde está en la calle y la gente la usa para sobrellevar sus problemas y
es compartida por los músicos y la gente que baila. Para mí esto es
mucho más poderoso. Como el punk en pequeños clubs de Londres, el
público y el grupo estaban muy conectados y ambos eran igual de
importantes; esto es muy excitante. Creo que era el caso de mediados de
los sesenta en Londres, con grupos como los Stones y los Kinks antes de
hacerse grandes. Cuando la música es directamente compartida por el
público es cuando se vuelve realmente excitante.
¿Has visto Charlie is My Darling?
No he visto la nueva Charlie is My Darling, pero de hecho encontré la antigua. En los años ochenta cuando hacía la película Rewind
sobre los Stones y estaba viendo material antiguo me dijeron que
visitara un archivo del que se encargaba Ian Stuart, el pianista
(originalmente los Rolling Stones eran 6 miembros, pero Stuart no era
suficientemente guapo para estar en el grupo y solo tocaba en los
discos). Cuando llegué ahí, el archivo estaba en una vieja camioneta,
húmeda y oxidada, en la carretera, repleta de latas de película, y una
de ellas era Charlie is My Darling. La vi y era genial. Peter Whitehead es un gran cineasta.
¿Glastopia es una mirada a la cultura que rodea el festival más que a la música en sí?
La música no es lo más importante de la
película, es la gente juntándose en el festival y las cosas que hacen.
La música es genial, pero no necesitábamos grandes grupos, queríamos
mostrar la diferencia entre un área con miles de personas viendo bandas
en el escenario y otra en que las bandas se mezclan con la gente, lo que
resulta más excitante, aunque no sean grupos famosos.
¿Glastonbury trata más de los grupos que Glastopia?
En realidad es sobre el festival durante
35 años, es sobre cómo la gente ha cambiado. Es un gran espejo del resto
del mundo, porque ha existido durante 40 años y en el festival ves
reflejados todos los cambios que ha habido en el mundo exterior. Esto es
lo que me interesaba.
Todas tus películas tienen un estilo muy reconocible. ¿Es importante para ti?
Sí, es una gran sensación pensar que has
hecho algo original como cineasta, tienes un lenguaje que puede seguir
evolucionando. Viene de mi implicación con el punk y de hacer las
primeras películas sin dinero, así que filmaba el grupo y luego la
televisión, y después lo editaba todo junto. Así que era un poco mash up,
pero es un ejemplo primerizo de esto. Era un estilo bastante anárquico y
punk, algo que todavía desarrollo constantemente. Parte de ello se basa
en reírse de uno mismo y de la gente, como empezar la película con
Youtube; para mí es una idea punk. Es divertido, pero durante mucho
tiempo no me dejaron trabajar en la BBC porque era demasiado anárquico o
punk y ahora la misma gente que decía “no le contratéis” dice “queremos
que lo hagas al estilo Julien Temple”, pero no funciona porque no
tienen la locura necesaria.
¿Crees que tus películas hablan de ti como narrador?
Odio las películas en las que sale el
director haciendo las entrevistas, prefiero ver al sujeto de la
película. Pero cualquier película refleja hasta cierto punto la
personalidad de quien la hace, o de la gente que les dice lo que tienen
que hacer.
Te gusta juntar distintos momentos de la historia proyectando imágenes en edificios antiguos o ruinas. Cuéntanos por qué.
Me gusta mucho la historia y usarla como
arma para el presente, más que verla como una época dorada. Me gusta
encontrar nuevas maneras de combinar distintas épocas. En la película
sobre Londres tenía a alguien de 1900 mirando a alguien de 1980 y obtuve
una interesante tercera idea de esa conexión entre sus ojos. Si
entiendes el pasado tienes más opciones para controlar la locura del
futuro que nos viene encima.
¿La historia nos ayuda a comprender el presente?
Sí. Debes cuestionar tu presente. No
debería darte respuestas completas pero debería darte herramientas para
aproximarte a lo que está pasando. Sin ellas estás peleando con un brazo
atado en la espalda.
Requiem for Detroit?
muestra hechos que sucedieron hace décadas pero me ha recordado mucho a
lo que sucede ahora en España. Son las ruinas de un sistema.
Fue muy excitante ir a Detroit para
visitar las ruinas de una civilización y después darse cuenta de que es
tu propia civilización. Normalmente te vas a Egipto o a Roma para ver
ruinas, pero este era nuestro mundo, el mundo en el que crecí América
era el futuro e Inglaterra se le parecía cada vez más, así que fue
espectacular ver este final apocalíptico del capitalismo y creo que está
sucediendo en más lugares. Es muy interesante hablar con la anciana del
documental que vio el principio y el fin de la industria del motor en
Detroit, ella te cuenta cosas que no están marcadas en piedra para
siempre, porque el mundo es algo cambiante y nada dura para siempre. Se
trata de encontrar una respuesta personal a cosas que para el público
son universales, si no lo sientes de una forma personal, no creo que
puedas comunicarlo de forma efectiva a otra gente.
¿Crees que London, The Modern Babylon es tu obra maestra?
Es lo más difícil que he hecho porque es
un tema tan grande y tenía tanto metraje que había que tomar muchas
decisiones, me siento feliz de haber sobrevivido a la experiencia. Hacer
una película sobre tu propia ciudad conlleva mucha presión; te vuelves
loco en el proceso. Estoy contento de haber terminado.
¿Cuantas horas de archivo usaste?
Vimos 6.000 horas de archivos viejos, más de lo que había usado nunca. Para Glastonbury fueron 2000 horas. Es mucho tiempo.
¿Tienes alguna favorita entre tus películas?
Tiende a gustarme más la última que he hecho. Resulta excitante ver la reacción de la gente.
Mañana das una master class y supongo que habrá jóvenes realizadores. ¿Qué consejo vas a darles?
Seré muy honesto con ellos, sobre lo que
es genial de hacer películas y lo que es difícil; es difícil conseguir
el dinero, hay muchas presiones, pero es muy excitante. No planifico las
charlas para que no sean aburridas, tampoco lo hago con las películas.
Tienes que descubrir cómo hacerlo mientras lo haces; es mucho más
excitante.
¿Vas a ver otras películas durante tu estancia en el Beefeater In-Edit?
Quiero ver Uprising. Hip hop and The L.A. Riots porque estuve ahí, para revivirlo todo. También quiero volver a ver Let’s Get Lost. Estoy seguro de que hay muchas buenas películas.
¿Estás de acuerdo con la lista de los 100 mejores documentales que ha elaborado el festival este año?
Solo he visto la lista de las 10 que se
proyectan en el festival y creo que todas son grandes películas, pero
ninguna es necesariamente mejor que la otra.
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