08 February 2007

HISTÓRICA REUNIÓN BENÉFICA



AINA + NO MORE LIES

Sábado 3 de febrero de 2007 Sala Apolo

Aina, contra cualquier pronóstico, resucitaron tras tres años de silencio, desde su disolución definitiva, para ofrecer una única actuación con cierto sabor agridulce. El cuarteto barcelonés hizo gala de su, una vez más, incalculable humildad y volvió a saborear las mieles del éxito debido a una causa justificada al cien por cien.
La respuesta no se hizo esperar. El motivo por el que todos estábamos allí, es la enfermedad que ha contraído el primer hijo de Jay Robbins (de los míticos Jawbox y productor de su última referencia Bipartite, editada con su discográfica de siempre BCORE en 2003). El bebé, que se llama Cal y cuenta con tan sólo un año de existencia, desgraciadamente sufre en sus carnes una afección de las neuronas motoras, la atrofia muscular espinal, que no le augura vida más allá de los dos añitos o, en el mejor de los casos, lo postrará en una silla de ruedas para el resto de sus días.
Desde el primer momento la expectación no paró de aumentar. El día en que se anunció a los medios que Aina volvían, para un directo que servía de plataforma puramente altruista, la vida de muchos seguidores pensó en un milagro. La formación más brillante que ha cosechado la ciudad condal en la última década haría sonar de nuevo himnos como Two Questions y semejante experiencia era imposible de eludir.
El conjunto organizó una velada para recaudar fondos (recordad que la sanidad en los Estados Unidos no es gratuita). La noche presentaba un cartel de lujo que completaba No More Lies (uno de los mejores exponentes del hardcore estatal), que en sus filas incluye como frontman al omnipresente Santi García (productor de, entre otros, los magníficos The Unfinished Sympathy).
Hasta que los acordes de Mnemotechnics y Helicopters no surgieron de las guitarras de Artur Estrada (voz) y Titi Sola, el bajo de Álvaro Sola y las baquetas del recién llegado Pau Santesmasses, nadie podía imaginar que esa visión volvería a inundad la sala Apolo. Lástima que la reunificación estuviera teñida de amargura por semejante atrocidad e injusticia. Así que, teniendo en cuenta el trasfondo, la calidad no era lo que más importaba. Aún así, estuvieron inmensos. En una velada con características tan emotivas escondidas, el tiempo nunca puede ser el suficiente que uno soñaría con vivir pero nos dejaron impertérritos, incluso con un solo de ensayos (el batería está instalado, desde la disolución, en Nueva York). Las imágenes captadas durante su invasión del escenario serán infinitas y quedaran en nuestras memorias. Todo ello a la espera de que otra banda de la ciudad Condal coja el altísimo nivel que el conjunto dejó en el panorama estatal. Se adelantaron en todo: viajes, giras por América, las míticas John Peel Sessions…Serán eternos.
Aina ya no volverán (su cantante está a muerte con su proyecto Nueva Vulcano y Pau está por otras labores)…pero siendo un soñador podemos afirmar que eso mismo pensamos todos cuando desaparecieron tantos otros (Pixies, Rage Against The Machine, Led Zeppelin…). Visto lo visto (menuda noche, ¡qué derroche!), su propuesta (con reminiscencias a sus amados AC/DC) seguirá intacta y seguramente el amor que le profesan todavía sus seguidores apenas cesará. Bandas tan grandes no deberían NUNCA finiquitar.


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